La renuncia del general

Crímenes sin castigo | 5 de mayo de 2019

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-La carta del general Manuel Christopher Figuera para justificar su salida del Sebin, más que una expresión personal, es una prueba clara sobre la existencia de una corriente en la FAN que busca una alternativa a la crisis política del país
@javiermayorca
La renuncia del director del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), general de división (Ejército) Manuel Ricardo Christopher Figuera, es un hecho inusitado y revelador del descontento que actualmente impera en la Fuerza Armada Nacional. Indica, además, que Nicolás Maduro necesita apalancarse en este momento sobre la única institución que lo sostiene en el poder, para preservar así algún grado de gobernabilidad.
Este oficial, puesto 88 de la promoción egresada de la Academia Militar en 1989, creció en los últimos años a la sombra del mayor general Iván Hernández Dala, quien al momento de la redacción de estas líneas todavía comanda la Dirección de Contrainteligencia Militar y la Guardia de Honor Presidencial, todo a la vez. Hernández es un oficial clave para la preservación del actual estatus político. En EEUU lo saben, y por eso a la vez que lo sancionan a través del Departamento del Tesoro le ofrecen una salida negociada, si se da por cierto lo declarado por el asesor nacional de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton.
Christopher: sorpresa con carta
Hasta noviembre de 2018, Christopher fue subdirector de Contrainteligencia Militar. Entonces, Maduro lo nombró mediante decreto para paliar una emergencia en el Sebin, de trascendencia internacional, pues los grupos que operaban con la aquiescencia del general González López fueron responsabilizados por la muerte en custodia del concejal Fernando Albán, las torturas a opositores (relatadas oportunamente por Lorent Saleh) y el encontronazo con la caravana presidencial.
La lectura entonces fue que a Christopher lo enviaron a la policía política para “poner orden en casa”, con la bendición de su antiguo jefe. Sus diversos viajes a Cuba, en los que se retrataba con autoridades de la isla ataviado con guayabera, transmitían la noción de que se trataba de un oficial “revolucionario”, afín al régimen de La Habana, y por ende fiel a Maduro.
Pero la realidad era otra. Esto se dice de manera sencilla una vez conocida la carta de renuncia, en la que pone de relieve la “corrupción desproporcionada” practicada por oficialistas “como deporte”, según los términos usados por el propio oficial. Sin embargo, ya desde febrero se sabía que el máximo jefe del Sebin intentaba marcar distancia del régimen, mitigando en lo posible las prácticas instauradas por su predecesor. Hay testimonios directos sobre mensajes enviados a algunos presos políticos mediante emisarios, en el sentido de que Christopher procuraría hacer más llevadera la reclusión, relajando un poco la dureza de la vigilancia a la que eran sometidos desde meses atrás.
Había además intentos claros de llegar a entendimientos con sectores no oficialistas. A esto se refiere el general en su carta de renuncia, cuando señala que le planteó a Maduro “una acción política”, en la que el gobernante “colocara la agenda”, es decir, diera los términos de una negociación. Algo que por cierto está en la misma línea trabajada por el Grupo de Contacto Internacional.
Lo del ex jefe del Sebin, sin embargo, no puede ser leído como el producto de una iniciativa netamente personal. Fuentes ligadas al chavismo indican que este oficial era exponente de toda una corriente que ha venido cobrando fuerza durante los últimos meses dentro de la Fuerza Armada Nacional, que intenta una salida a la crisis política por medios propios, sin necesidad de mayor intervención extranjera.
La evasión de Leopoldo López y la tímida respuesta posterior por parte de la policía política -que le permitió al líder de Voluntad Popular acompañar la sublevación del martes hasta horas de la tarde- no podía pasar inadvertida para Maduro. No obstante, su reacción con respecto al general Christopher también ha sido timorata. En otros tiempos, este general hubiese sido degradado y llamado a interrogatorio. Esta es una evidencia más de la pérdida de poder de Maduro a lo interno de la Fuerza Armada.
La carta de renuncia del ex jefe del Sebin tiene aspectos indicativos de que su destinatario no sería solo el ocupante de Miraflores sino también sus “compañeros de armas” y, en última instancia, la dirigencia política nacional. Personas que lo conocen sostienen que el texto era cocinado desde días atrás, por lo menos en sus líneas gruesas. Hay algunos pasajes que incluso suenan a proclama, como por ejemplo cuando sostiene la necesidad de “reconstruir el país y reordenar el Estado”, pero no mediante negociaciones a escondidas. También cuando reconoce que la sociedad está “saturada de militares”, cuya prestancia se ha desdibujado.
La destitución de Christopher y el inmediato nombramiento del general en jefe Gustavo González, con el comisario Calderón a su lado, hacen pensar que Maduro escogió la involución. También, que estamos ante un proceso cuyo ritmo se acelera, por lo menos, durante los primeros días de mayo.
PS: luego de la publicación de esta entrega en Runrunes y Tal Cual, fuentes ligadas al Servicio Bolivariano de Inteligencia aseguraron que el ex director de ese cuerpo salió del país, probablemente por la frontera con Colombia, luego de haber participado activamente en la evasión de Leopoldo López. Dentro de la policía política, el clima interno tampoco es proclive al régimen, sin embargo los grupos radicales aprovecharon la situación para saquear la vivienda del líder de Voluntad Popular, mientras simulaban un allanamiento. Algo parecido hicieron en el apartamento donde residía el Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma.

Breves
Alumnos de la FAES, presos
-El Ejecutivo evalúa un plan para sacar de la Policía Nacional a la llamada Fuerza de Acciones Especiales (FAES). La idea es adscribirla como entidad autónoma al Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz. La FAES es vista por integrantes de la propia PNB como “una policía dentro de la policía”, que se maneja con reglas y procedimientos particulares y distintos a los de los demás efectivos de ese cuerpo, señalado como pionero del modelo policial vigente. Sería necesario además salvar un detalle legal: el único cuerpo con atribuciones para tener un organismo de esa categoría es la PNB. Aunque la FAES tiene un núcleo de apenas 73 funcionarios (luego de las defecciones del comisionado Christian Barceló y su adjunto, Williams Cancino), engrosa sus filas con agentes de otras direcciones como Delincuencia Organizada y Antidrogas. Pero sus actuaciones han incrementado el desprestigio de la PNB. No solo son las violaciones a los derechos humanos señaladas por organismos como Provea sino también corruptelas y desviaciones que llegan incluso a los aprendices de ese grupo táctico. El último caso conocido involucró a tres cursantes del Centro de Formación de la FAES, que fueron capturados cuando extorsionaban a una persona que intentaba vender un proyector de video en el bulevar de Sabana Grande, el 2 de mayo.
-En la víspera de la jornada del 30 de abril, unidades militares emplazadas en diversas partes del país recibieron un radiograma en el que se les ordenaba reforzar la vigilancia perimetral de las instalaciones, repasar los planes de reacción inmediata e incrementar la supervisión a los parques de armas para evitar posibles “saboteos”. Las sospechas se concretaron en el estado Aragua, donde cuatro oficiales y un sargento de la Aviación presumiblemente intentaron tomar dependencias de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), con la intención de apoderarse del parque de armas. En este incidente resultó herido un mayor, a quien le atribuían el liderazgo del grupo insurrecto. Dos primeros tenientes y un efectivo de tropa profesional se dieron a la fuga. Esto quiere decir que, si bien lo sucedido el martes en Caracas sorprendió a muchos actores políticos, ya en la Fuerza Armada se manejaban informaciones que hacían presumir la inminencia de otra asonada.
-Se deteriora la situación de los militares y policías que abandonaron el país para incorporarse en Cúcuta a la iniciativa de Juan Guaidó, con motivo del intento de llevar a Venezuela los cargamentos de ayuda humanitaria. Desde entonces (23 de febrero), según fuentes de esa particular diáspora, el contingente ha disminuido a casi la mitad. Los que estaban en tres refugios habilitados por Acnur (2 hoteles y un albergue) han salido de allí paulatinamente, buscando mejores destinos. Algunos incluso han llegado a Chile. “El 23 de febrero estábamos dispuestos a todo, a pasar esa ayuda con nuestra sangre. Pero nos dejaron cautivos en las instalaciones de Migración. Pensábamos en que después podríamos actuar, pero fue peor. Nos dieron la espalda”, afirmó uno de ellos. Los militares y policías venezolanos están en Cúcuta en calidad de refugiados, y esto les impide participar en cualquier beligerancia.
-Las bandas de secuestradores y asaltantes que vienen operando en el área rural de los altos mirandinos comenzaron a moverse hacia las zonas más urbanizadas. Estos grupos supuestamente provienen del estado Aragua, lo que explicaría el empeño mostrado durante el primer trimestre del año por capturar y extorsionar a labriegos de El Jarillo, en especial aquellos que trasladan sus mercancías hacia los mercados de Los Teques y el Distrito Capital. El fin de semana, sin embargo, la nueva víctima no fue un campesino sino un abogado residente de Carrizal, el 27 de abril. Fue maniatado junto a una persona que lo acompañaba y retenido en el sector conocido como el Acuario. Ante la imposibilidad de obtener de forma inmediata alguna ganancia, los antisociales prácticamente saquearon la casa del profesional del derecho, ubicada cerca del sitio donde fueron interceptados. El 3 de mayo, se reportó una nueva acción de estos grupos, cuando interceptaron a un conductor en San Antonio de Los Altos y se trasladaron con él hasta su vivienda para llevarse sus pertenencias.

Libros
El origen de la violencia es un tema de enorme actualidad en Venezuela. En fin de cuentas, este país ostenta una de las tasas de homicidios más elevadas del planeta. Pero aquí la literatura y los estudios sobre el particular son escasos, de circulación restringida y a menudo basados en data no actualizada. Con esta situación, el riesgo es tomar decisiones equivocadas, o en todo caso de repetir otras cuyos resultados no han sido exitosos, está a la vuelta de la esquina. Rachel Kleinfeld, investigadora del Carnegie Endowment for International Peace, lanzó a finales de 2018 un libro esclarecedor, A Savage Order: how the world’s deadliest countries can forge a path to security (Nueva York, 2018). Según Kleinfeld, en la actualidad los países con los índices más elevados de violencia homicida, entre los que desde luego cita a Venezuela, no llegaron hasta allí debido a religiones patológicas, problemas étnicos o culturales, sino como consecuencia del ejercicio de una forma perniciosa del poder estatal, “en la que los líderes políticos y económicos tanto de la izquierda como de la derecha conscientemente favorecen la proliferación de grupos violentos con la finalidad de proteger sus cotos y mantener el control”. Esto es lo que la autora denomina el “privilegio de la violencia”, que emana exclusivamente de los Estados. Kleinfeld estudia en profundidad los casos de Colombia, Georgia y localidades de India donde alguna vez fue notorio el nivel de criminalidad y muertes. Se dio cuenta de algunos factores comunes, como por ejemplo que la violencia empieza a ser ejercida de manera informal por grupos que gozan de poder conferido por instancias de gobierno, distintas de la policía o las fuerzas armadas. Esto, sin embargo, no es suficiente para dar combustible a las cifras de homicidios, de manera que cada año estén más arriba. Para que esto ocurra, hace falta que la sociedad normalice la violencia, que la gente la vea como algo cotidiano, como un recurso al que se puede acudir para resolver los problemas. Cuando esto sucede, advierte Kleinfeld, se entra en procesos de involución o “incivilización”, que son muy difíciles de superar. Sin embargo, algunas sociedades lo han logrado, pagando altos costos y siguiendo caminos distintos. Algunos de ellos, por cierto, no muy limpios. Este es quizá el aporte más revelador del estudio.

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