Una mirada periodística a los oligarcas del Kremlin

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En la medida en que se prolonga el conflicto en el este de Europa, surgen nuevas publicaciones para comprender las verdaderas motivaciones y las capacidades del gobernante ruso, Vladimir Putin. En este punto, incluso, desde Occidente e incluso desde la propia Ucrania se ha trazado una narrativa en la que esta invasión, iniciada el 24 de febrero, no responde a los intereses del pueblo ruso sino a los de su cúpula gobernante. Esto marca una diferencia esencial con la guerra de anexión emprendida por el Tercer Reich, que tenía al frente a un líder carismático como Adolfo Hitler, que fue capaz de concitar el fervor de buena parte del pueblo germano. En cambio, el hombre fuerte de Kremlin es un ser surgido de las oscuridades de la policía secreta (KGB), según nos relata Catherine Belton en su obra Los hombres de Putin (España, 2022), cuya última edición fue lanzada este año, junto a una versión digital. Este es el resultado de una investigación de amplio espectro, que detalla el proceso que catapultó a Putin, en medio del caos que caracterizó a los años inmediatamente posteriores a la caída del Muro de Berlín. En esos días, se planteó una rebatiña por la apropiación de los activos de lo que había sido la segunda superpotencia de la Guerra Fría. Esto aceleró una convergencia (que ya se veía desde la era comunista) entre los miembros de los cuerpos represivos y la delincuencia organizada, los llamados “ladrones en ley”. Debido a sus orígenes, el primer anillo de Putin estaría conformado por sus antiguos compañeros de la KGB: Igor Sechin (sí, el mismo que ha visitado al país en varias oportunidades), Patrushev, Víctor y Serguei Ivanov y Cherkesov. En el segundo círculo, los empresarios como Abramovich (el magnate petrolero hasta febrero propietario del club de fútbol inglés Chelsea), Voloshin, Berezovsky, Pugachev y otros. Finalmente, los mafiosos por toda la línea como Semion Moguilevich, Serguei Mijailov, Felix Sater, Viacheslav Ivankov y siga contando. Muchos de estos nombres, por cierto, resultan extremadamente familiares para el público de habla hispana. No en balde, sus yates fueron encontrados sin mucho esfuerzo en playas frecuentadas por el jet set español. Otros, ya no tanto, pues son como ángeles caídos, que según el relato de Benton huyen de los bombazos y dosis de polonio enviadas desde Moscú a cualquier parte del mundo, para imponer el silencio. Uno lee Los hombres de Putin y queda con una profunda inquietud. Una pregunta sin respuesta, sobre cómo el mundo civilizado permitió que este monstruo creciera ante sus ojos, invadiendo y devastando los lugares donde sus operadores se plantaban. Visto así, lo de Ucrania era una consecuencia lógica y esperable.