La violencia como política de Estado
-Reconocidos autores e investigadores venezolanos aportan una mirada nacional y regionalizada sobre la letalidad policial
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La violencia policial tiene tres dimensiones. La más común pareciera ser el producto de decisiones personales, acciones individuales en las que el agente bajo apremio supuestamente se defiende de la agresión ilegítima, en episodios que terminan con uno o más cadáveres en la morgue más cercana. A veces, se logra demostrar que la acción policial ha sido ilegal y desproporcionada, tal y como sucedió con el caso de George Floyd en EEUU, gracias en parte a la libre circulación de información. Hay una segunda dimensión de la violencia policial, que es la corporativa. En estos casos, es el resultado de cierta cultura que prevalece dentro de los cuerpos armados. Quien mata o hiere policías terminará muerto. Le darán piso, dicen en el argot. Esta forma de violencia no requiere de una orden ministerial. Casi que está implícita en determinadas circunstancias. En ciertas policías, no responder plomo con plomo es más que vergonzoso. Finalmente, hay una violencia policial que es el resultado de una decisión tomada por los órganos del Estado. Es sistemática, planificada, y a menudo fuertemente publicitada con el propósito de controlar los discursos, y buscar un resultado, más vinculado con estrategias de dominación política y social que con la exaltación del imperio de la ley. Esta última forma es la que más interesa a los autores de Tanatopolítica en Venezuela. Sicariato de Estado y derechos humanos (Caracas, 2022). Es una obra colectiva, que contó con la coordinación del director del Observatorio Venezolano de la Violencia, Roberto Briceño León. Briceño, además, es autor de varios capítulos. De uno de ellos hemos tomado esta taxonomía de la violencia policial, altamente reveladora. Venezuela tiene un largo recorrido en esta materia. Pero se puede afirmar que las operaciones llamadas de Liberación del Pueblo (luego Humanistas) marcaron un antes y un después. A partir del momento en que comenzaron, en julio de 2015, el Estado se embarcó en una estrategia de eliminación física de los sujetos percibidos como antisociales y, en algunos casos, disidentes del régimen. Tanatopolítica ofrece una mirada a los matices que adquirió esta estrategia en el interior del país. En Táchira, con alto contenido político; en Lara también, pero con un propósito manifiesto de impartir temor en la población; en Caracas, como la palestra desde la que se ejemplificaba, con la FAES como máximo protagonista, aunque no el único. Esta obra, además, revela los resultados de una encuesta llevada a cabo en 2020 en torno a distintos aspectos de la actuación policial. Uno se pasea por estas cifras y entiende con claridad por qué los cuerpos policiales y de investigación venezolanos gozan de tan bajos niveles de confianza. Solo por citar un dato: apenas 8% de los encuestados afirmó que las policías actúan en un marco de legalidad. Tanatopolítica es una obra de necesaria lectura para todos los interesados en conocer las distintas caras de la violencia en la Venezuela actual. Y es, a la vez, una obra de valiente denuncia. Se puede encontrar en librerías y también en formato electrónico.