Monstruo: la polémica historia de un asesino serial

Crímenes sin castigo | 2 de octubre de 2022

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En el servicio de streaming Netflix para Venezuela ahora se puede encontrar la historia sobre el asesino en serie Jeffrey Dahmer, Monstruo. Pocas veces un seriado ha desatado tantas polémicas, al tiempo que bate las marcas de audiencia. Como en todo relato sobre este tipo de criminales, sean reales o de ficción, hay un riesgo inminente: de tanto hablar sobre ellos, el público puede formarse la noción de que los están exaltando. En esta serie creada por Ryan Murphy, sin embargo, el personaje encarnado por Evan Peters en algunas oportunidades suscita repulsa, en otras, lástima, y casi siempre un deseo porque sus días finalicen lo más pronto posible. En la vida real, Dahmer comenzó matando en 1978 casi por accidente. En el proceso encontró ciertos aspectos placentero. Y continuó asesinando hasta 1991, “porque era demasiado fácil”, tal y como él mismo lo afirmó en uno de los interrogatorios. En esos trece años segó las vidas de diecisiete personas, en su mayoría procedentes de las comunidades negras y homosexuales. A pesar de las críticas, emitidas por expertos y algunos familiares de sus numerosas víctimas, Monstruo es una obra extraordinariamente descriptiva, digna de discusión. Dahmer fue el resultado de una familia disfuncional pero muy acomodada. A este hombre nunca le faltaron alternativas para enrumbarse por un camino de éxito. Pero prefirió vivir para matar, en medio de una permanente exploración de su morbo por dominar a seres inanimados. La serie sobre el “Carnicero de Milwaukee” (nombre del condado donde creció y acumuló a casi todos sus cadáveres) pone de manifiesto además los grandes riesgos que tiene para la sociedad la incompetencia de sus cuerpos policiales. En el caso de Dahmer, su escalada de violencia homicida pudo ser truncada, por lo menos, en dos ocasiones. Pero el asesino lograba salir indemne cuando los uniformados daban por buenos sus pretextos, y descartaban las reiteradas quejas de sus vecinos, hartos de los hedores que salían del apartamento en el que él se confinaba para matar, disolver a las víctimas y comerse algunas de sus partes. Olvídense del Joker. Lo de Dahmer, definitivamente, supera a la ficción.

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