Nuevo libro pone la lupa en un actor fundamental de la violencia venezolana
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La intervención al penal de Tocorón puso de nuevo sobre el tapete una pregunta crucial: ¿por qué el Estado venezolano permitió la gestación y consolidación de grupos criminales que terminaron adueñándose de instalaciones carcelarias y vastas áreas del territorio nacional? ¿por qué algunas de estas megabandas han sido enfrentadas con reciedumbre, mientras que a otras las dejaban -y dejan- hacer? Este es el contexto en el que sale a los anaqueles la última obra de los sociólogos Roberto Briceño León y Olga Ávila, también conocidos por representar al Observatorio Venezolano de la Violencia. La gobernanza criminal y el Estado. Entre la rivalidad y la complicidad (Caracas, 2023) es el sugerente título de este libro colaborativo. Efectivamente, sabemos que estructuras armadas no estatales se han erigido en verdaderos poderes en el país. El Tren de Aragua fue quizá el máximo exponente, debido a un proceso de agresiva expansión geográfica, que desparramó su influencia en más de seis países latinoamericanos. Pero no es el único. Venezuela está cruzada por trenes como el de Niño Guerrero. Tantos que incluso nació uno del Pacífico. El propio Briceño León pone los puntos sobre las íes, al desmenuzar el concepto de gobernanza criminal y colocarlo en perspectiva histórica. Hay, según este académico, seis características que se deben tomar en consideración al momento de establecer si una estructura armada no estatal se ha constituido en el poder de hecho en un territorio. Por supuesto, una de ellas se refiere a la particular relación que establezca ese conglomerado con las instituciones estatales, si es que tienen presencia en ese lugar. A veces, es una complementariedad. Otras, complicidad. También, como se vio en septiembre, el conflicto. Desde luego, en este saco entran no solo las megabandas sino también los colectivos armados y las distintas atomizaciones de las guerrillas, con especial referencia al Ejército de Liberación Nacional. En este libro, además, se ofrecen miradas frescas y particularizadas sobre lo que sucedía en el Internado Judicial de Aragua, así como en Lara, Guárico y, por supuesto, el Zulia. La gobernanza criminal fue elaborada con suficiente amplitud para que pueda ser leída por públicos distintos al venezolano. Pero, sin duda, intenta ser un aporte al necesario análisis sobre uno de los actores fundamentales de la violencia en el país durante este siglo.