Caso Los Andillanos: un secuestro virtual

Criminalidad

El miércoles 25 de enero, el alcalde de Santa Bárbara de Barinas, Nelson García Mora, informó sobre una situación irregular con diez habitantes de la localidad, integrantes de la agrupación Los Andillanos: “Los músicos están desaparecidos y hay personas llamando para pedir dinero a sus familiares”, dijo. Los artistas habían salido el día anterior en dos vehículos al departamento colombiano de Arauca para cumplir con una función privada. Las llamadas para exigir los pagos de rescate comenzaron la propia noche del martes. El mensaje indicaba que los intérpretes supuestamente estaban en poder del frente Domingo Laín del Ejército de Liberación Nacional, y que los mantenían en cautiverio porque la presentación iba a hacerse en predios de una persona ligada a las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que es una guerrilla rival. En realidad, nada de esto sucedía. Según el testimonio del líder de la agrupación, José Rodríguez, mientras las familias en Venezuela recibían los mensajes amenazantes, ellos permanecían en habitaciones del hospedaje Santa Ana de Tame (Arauca), totalmente ajenos a lo que estaba sucediendo al otro lado de la frontera. Rodríguez recordó que fue contratado vía telefónica un hombre que decía llamarse Marlon Saravena. Cuando estaban cruzando a Colombia, el mismo sujeto les indicó que el toque no podría hacerse esa noche. Luego, dos mujeres los guiaron al alojamiento, y tomaron sus nombres, números de placas de los vehículos y un teléfono de contacto en Barinas. Esta fue la persona que poco después recibió las solicitudes de pago de 1500 dólares por la libertad de cada integrante de la agrupación, incluida la intérprete Diumary Mora. Según Rodríguez, los familiares se vieron obligados a empeñar vehículos y enseres para reunir el dinero de manera frenética. El sujeto que decía ser líder del ELN afirmó que los artistas permanecían amarrados, pero nunca enviaron una foto o video que lo corroborara. Al día siguiente, a eso de las 10 am, los músicos continuaban esperando en sus habitaciones por la persona que los había contratado. “Pero el hombre nunca llegó”, indicó Rodríguez. Poco después, uno de los músicos logró comunicarse con sus familiares, utilizando el teléfono de una tienda de ropa, a la que fue para cumplir con un encargo. Este contacto permitió revelar que los familiares de Los Andillanos fueron víctimas de un “secuestro virtual”. Para ese momento, ya era demasiado tarde. El dinero había sido entregado.