Chucho en polvo blanco

-Once marineros zarparon de Margarita para vender pescado en Saba y terminaron presos en las Islas Vírgenes por tráfico de drogas. Aquí la historia de un viaje que salió mal

Crímenes sin castigo | 26 de junio de 2022

Drogas, En profundidad

@javiermayorca

En septiembre de 2019, Vicent Mata Ányelo contactó en Margarita al mecánico de embarcaciones Johan José Pacheco Lezama. La propuesta parecía irresistible: hacer algunas rondas de faena por La Tortuga, y luego poner proa al norte para vender toda la captura en Saba.
El destino final parecía algo distante. De acuerdo con el testimonio de pescadores, en Nueva Esparta prefieren colocar la pesca en islas más próximas del Caribe Oriental, como Martinica, lo que ha reportado un considerable flujo de euros a la economía neoespartana.
Para cruzar el Caribe de sur a norte y viceversa usarían un peñero de 55 pies de eslora, La Gran Tormenta. La nave de registro ARSHPE-1468 no pertenecía a Mata Ányelo. Días después, afirmó en un interrogatorio que el propietario era un tal Yosmel, que también hace vida en Margarita.
Atraídos por la posibilidad de ingresos en moneda dura, Pacheco y Mata Ányelo comenzaron a reclutar a los nueve integrantes de la tripulación. El mecánico, natural de Guiria, apenas tenía año y medio involucrado en el oficio del mar. Así que debía asegurarse de que los otros integrantes del equipo sí supieran qué hacer.
El 10 de septiembre, el equipo estaba listo para zarpar. Además de Pacheco y Mata, se hicieron a la mar Alfer Rodríguez Boadas, Alexis Fuentes, Francisco Rodríguez Infante, Johan García Suárez, Carlos Rodríguez García, Henry González Noriega, Algler Rodríguez Boadas, Jhonny Rodríguez Rodríguez y Daniel Jesús Salazar González. Algunos, como Rodríguez Boadas y García Suárez, residen en La Asunción. Los demás en otros poblados de la isla.

Abordaje con permiso…de Guaidó

El 25 de septiembre, a eso de las 7:30 pm, La Gran Tormenta navegaba a 38 millas al sur de Saint Croix, perteneciente a las Islas Vírgenes estadounidenses. El pesquero iba en dirección norte. Debido a su origen y las aguas por las que transitaba, el Servicio de Guardacostas de EEUU la declaró “objetivo de interés”.
Una declaración del agente especial de la Administración para el Control de Drogas de EEUU (DEA, por sus siglas en inglés) Michael Reed, indica que los guardacostas enviaron al buque Donald Horsley para interceptar a la embarcación venezolana.
Al llegar a la escena, la tripulación del Horsley vociferó preguntas en inglés y en español. Mientras tanto, los faroles apuntaban a la cubierta del pesquero. Según el reporte, los margariteños apilaron varios sacos oscuros. Luego, los lanzaron al mar unidos a bidones plásticos azules mediante cuerdas.
El relato de Reed indica que los funcionarios “fueron capaces” de recobrar dos sacos. De inmediato, tomaron nota de las coordenadas en las que se produjo la recuperación.
Posteriormente, “el capitán de La Gran Tormenta aceleró en un intento por escapar”.
Los guardacostas trataron de dar alcance al barco margariteño utilizando una lancha rápida llamada Mohawk que llevaban para estas situaciones. Mientras tanto, continuaban los gritos: “¡Capitán, detenga la embarcación!”, “¡Ponga las manos en el aire!”.
Desde la lancha rápida, los guardacostas aplicaron lo que se conoce como una maniobra de enmarañamiento al motor de La Gran Tormenta, indicó la fiscal del caso Melissa Ortiz. Fue así como lograron detenerlo para posteriormente llevar a cabo el abordaje. La nave quedó “muerta en el agua”, lo que según el argot de estos funcionarios significa “incapaz de moverse”.
En su declaración jurada, el agente Reed indicó que la persecución de La Gran Tormenta se extendió por 54 millas. Mientras tanto, se desarrollaba en caliente un proceso legal internacional.
La norma marítima impone que los guardacostas obtengan un permiso del Estado que emite el registro, antes de que se lleve a cabo la entrada en cubierta.
Una declaración del agente especial de la DEA James Conwell, remitida al juez de la causa en Islas Vírgenes George Cannon el 27 de octubre de 2019 revela que la tripulación del Horsley “recibió permiso del estado bandera para detener, abordar e inspeccionar”.
“El gobierno reconocido de Venezuela autorizó a los Guardacostas de EEUU”, afirmó, en referencia al interinato liderado por Juan Guaidó.

Un cuento de piratas

Los policías marítimos estadounidense recuperaron 55 kilos de cocaína. Lo demás supuestamente permanece en el fondo del mar.
Los once tripulantes de La Gran Tormenta fueron detenidos y trasladados a Saint Croix para el proceso judicial. Antes de encerrarlos, les hicieron pruebas para la detección de iones de drogas. Cinco dieron resultado positivo.
Aunque muchas de las evidencias de este caso todavía no son de acceso público, los reportes de la fiscal Ortiz y de los agentes de la DEA consignados debido a distintas incidencias procesales revelan que el 4 de octubre de 2019 Mata Ányelo intentó explicar la presencia del alijo en la nave que capitaneaba.
Según el líder del grupo de margariteños, el propósito era vender aproximadamente media tonelada de pescado en Saba. Pero la última noche que estuvieron en aguas próximas a La Tortuga presuntamente fueron abordados por un grupo de piratas. Los sujetos usaban pasamontañas, vestían de negro y portaban fusiles AR-15.
Fueron ellos quienes supuestamente entregaron la droga a Mata Ányelo, para que él la llevara contra su voluntad a aguas estadounidenses. Las coordenadas del punto de entrega fueron especificadas en un pequeño papel manuscrito. Los mentados piratas, que hablaban con acento venezolano, irían contra la familia de Mata Ányelo si él se negaba a cumplir la orden.
El comandante de la nave negó que les hubiesen pagado por la tarea.
El mecánico de la embarcación fue entrevistado ese mismo día. Dijo que el abordaje de los hombres de negro ocurrió a las 9 pm, cuando la mayoría de la tripulación dormía. Pacheco afirmó que los piratas se llevaron aparte a Mata Ányelo y dejaron a dos hombres armados en la cubierta. Dijo escuchar cómo gritaban que matarían a la familia del capitán si no obedecía, y que luego este se puso a llorar. Posteriormente, colocaron cuatro sacos en la cubierta.
La fiscal no dio mucha credibilidad a esta coartada, pues había inconsistencias de fechas y eventos entre lo que decían los principales miembros de la tripulación.
Hasta ahora, cinco de los once detenidos han admitido culpabilidad: González Noriega, de 47 años de edad; Rodríguez Infante, de 28 años; García Suárez, de 33 años; Rodríguez Boadas y Rodríguez García, de 26 años. En estas condiciones, la parte acusadora pide “no menos” de diez años de prisión, con la posibilidad de una medida cautelar al cumplir la mitad de la pena. Además, se exige que paguen una multa de un cuarto de millón de dólares.

PS: tras la entrega de esta columna, el Departamento de Justicia informó sobre la decisión de otro de los implicados en este caso en cuanto a declararse culpable por los cargos por conspiración para traficar drogas en EEUU. Se trata de Alexis Fuentes, de 33 años de edad. Como en los demás casos, afrontará una sentencia mínima de diez años de prisión. Pero la decisión final será anunciada por el juez de la causa durante una audiencia pautada para el 19 de octubre.

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