El «caracazo» y sus coletazos, en una revisión desapasionada
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Los saqueos del 27 y el 28 de febrero de 1989 marcaron un hito en la historia venezolana. Esos dos días, y la represión consiguiente, dejaron al país en shock, y fueron incorporadas al mito fundacional del llamado Movimiento Bolivariano Revolucionario, en el que participaba un joven oficial del Ejército, Hugo Chávez. A pesar de la importancia que estos hechos han tenido desde el punto de vista social y político, han sido escasas las reflexiones e investigaciones independientes al respecto. En Nación incivil. El Caracazo, sus consecuencias y el fin de la democracia (Caracas, 2021) Alonso Moleiro nos ofrece un análisis desapasionado, convencido de que durante esas horas de crispación -con un saldo de muertes que aun hoy es objeto de debate- comenzaron a germinar las tendencias que hoy tienen a la República al borde del colapso. Como si aquellas jornadas de vandalismo de alguna manera contribuyeron a reemplazar la cultura del trabajo y del ascenso social mediante el esfuerzo y el estudio por otra en la que el arrebato encontraba justificaciones, cuando no llegaba la dádiva del “ogro filantrópico” en el que se convirtió el Estado, gracias a la catarata de petrodólares. Moleiro, periodista crítico e independiente, desde luego tenía que poner la lupa sobre el comportamiento de sus colegas y las empresas de comunicación en esa coyuntura. Su relato, y los testimonios que recoge, dejan en claro que el llamado sacudón también dejó un aprendizaje en este sector. El sensacionalismo de las primeras horas, con imágenes perturbadoras que eran transmitidas en vivo, sin filtros, dio paso a la cautela, ante la percepción de que alimentar la hecatombe podía constituirse en una actitud suicida. Ojalá y esta obra de Moleiro nos permita emprender un camino de reescritura de la historia reciente, que sitúe a lo “incivil”, a la barbarie, en el lugar que corresponde.