La Coordinadora Continental Bolivariana
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En el libro Raúl Reyes, el Canciller de la Montaña, el periodista José Gregorio Pérez dedica todo un capítulo a la estrategia de proyección internacional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular. En vista de que se trata básicamente de una actividad de relaciones con individuos y organizaciones de otros países, su ejecución y buena parte de su planificación recayó desde luego sobre los hombros de Luis Edgar Devia.
Reyes, indica el autor, era prácticamente el representante y portavoz de las FARC en el exterior. La cara visible en los escasos espacios en los que el grupo podía tener una voz. El hombre de las entrevistas. A Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda, en cambio, lo pinta como un hombre más preocupado por los aspectos militares y domésticos de la lucha armada, cercado en sus últimos años por la estrategia fragmentadora del Ejército colombiano y, según se supo luego, por la decadencia física.
Para las FARC el enganche internacional llegó a ser una cuestión de supervivencia. El libro de Pérez muestra claramente que la organización contaba con el apoyo activo de gobiernos amigos, como el de los hermanos Castro en Cuba, el de Rafael Correa en Ecuador y, primero entre ellos, el de Hugo Chávez en Venezuela.
Con la finalidad de darle organicidad a esta iniciativa, las FARC promovieron la creación de la Coordinadora Continental Bolivariana. Según Pérez, la idea primigenia de esta organización no fue de Reyes sino de Alfonso Cano e Iván Márquez. A este respecto es revelador un correo hallado en una de las computadoras de Reyes, enviado a él por Márquez. Allí se indica que las FARC usarían a la CCB como una excusa para abrir una oficina en Caracas.
Reyes convocó a una reunión del Comité Internacional de las FARC (Cominter) para discutir el asunto. Pero al final no pudo asistir pues el Ejército le impidió salir de la zona donde se encontraba oculto. La junta, sin embargo, se llevó a cabo, y concluyó con la decisión de abrir la oficina en Caracas, regentada por Márquez, Rodrigo Granda y su hija. Márquez aseguró a Reyes que esta dependencia contaría con el apoyo del entonces alcalde del municipio Libertador de Caracas, Freddy Bernal. Sería «un espacio de encuentro de líderes, dirigentes y promotores de la izquierda latinoamericana, incluidos grupos insurgentes, para combatir el neoliberalismo y forjar la interacción de los principios ideológicos del marxismo-bolivarianismo».
En un correo enviado a Reyes el 24 de noviembre de 2004, Márquez la informa sobre la marcha del proyecto. Ya para ese momento, tenía un año en actividades, y contaba con un Ejecutivo, capítulos regionales y una «legión extranjera» con sede en Caracas. Entonces, Márquez le anunció que el Primer Congreso de la CCB sería en la capital venezolana, en agosto de 2005.
Una búsqueda en el archivo de dominios whois.com revela que la página web de la CCB, denominada www.conbolivar.org, fue apartada el 7 de octubre de 2004 por Marlene Reverón, quien colocó como dirección física el edificio Tacagua, uno de los inmuebles de Parque Central, sede de numerosas oficinas del Gobierno. Teléfono 9076834, email «cconbolivar@yahoo.es».
El Primer Congreso tuvo, según un correo de junio de 2005, un costo de 100 millones de bolívares. De acuerdo con Márquez, «esto lo cubren los amigos».
«Lo mismo ocurre con los locales, stand, sonido, propaganda, tiquetes de metro, comida, alojamiento, etc.», añadió.
En la CCB estarían agrupados todos los partidos comunistas del continente, así como también algunas organizaciones filiales, como la Federación de Estudiantes Universitarios, que comenzó un trabajo muy activo en Cartagena y fue detectada por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
La CCB pronto mutaría en un movimiento continental. Según Pérez, esto sucedió por recomendación de líderes comunistas venezolanos a Iván Márquez, el cónsul guerrillero en Caracas. Con esto, «el trabajo se extendería a altos niveles de los gobiernos de la región para que apoyaran y ampliaran en sus decisiones de Estado los intereses y propósitos de las FARC».
En el caso venezolano, el movimiento abarcó a varias organizaciones e instituciones gubernamentales. Un correo de Márquez, fechado 11 de marzo de 2005, indica que allí contaban con el Frente de Luchadores Sociales Francisco de Miranda, Juventudes de Quinta República, Frente Cìvico Militar, Movimiento Ana Karina Rote, Partido Comunista de Venezuela y la Federación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, además del Fondo de Garantías Sociales, Fundarte, las alcaldías de los municipios Libertador y Páez, el Consejo Nacional de la Cultura y la Radio Nacional de Venezuela.
Pero al margen de estas actividades políticas, la oficina del movimiento en Caracas serviría también para establecer contactos con proveedores de armas. Márquez refirió a dos australianos, que viajaron a Caracas para negociar desde fusiles Draganov hasta RPGs y fusiles de asalto AK repotenciados en China.
Beligerancia. Para las FARC era de especial importancia obtener el reconocimiento internacional como fuerza beligerante. En octubre de 2007, Márquez le indicó a Reyes que la operación diplomática a favor de los guerrilleros correría por cuenta de la cancillería venezolana.
Las FARC querían ir más allá. Además de un reconocimiento formal, designarían a un representante oficial en los países donde lograra el visto bueno. Sus principales objetivos: Francia y España. Pero esto nunca se logró.