Liberaciones coreografiadas

Cuello blanco, Drogas

El viernes 30 de septiembre, la Corte del Distrito Sur de Nueva York, a cargo del juez Paul Crotty, recibió un “documento sellado” que marcó las liberaciones de los sobrinos de la pareja presidencial Efraín Campo Flores y Franqui Flores de Freitas. Ambos purgaban sentencias de 216 meses más 50.000 dólares de multa por conspiración para traficar drogas a Estados Unidos. Ese mismo día, en Caracas, los jueces tercero de juicio en materia de terrorismo, y primero de juicio, recibían de los fiscales Ariuska Arvelo y Ramón Antonio Torres, las respectivas solicitudes para las inmediatas liberaciones de los estadounidenses Matthew John Heath, José Angel Pereira, Tomeu Vadell Recalde, Alirio José Zambrano, Jorge Luis Toledo Kohury y José Luis Zambrano, los últimos cinco pertenecientes a la directiva de la estatal Citgo Petroleum. También resultó beneficiado el norteamericano Osman Khan. Estas decisiones, ejecutadas casi en forma coreografiada, fueron el resultado de una larga negociación directa entre EEUU y el régimen de Nicolás Maduro, en la que jugaron roles fundamentales el teniente coronel retirado Roger Carstens, enviado especial de la Casa Blanca para Asuntos de Rehenes, y el presidente del Parlamento Jorge Rodríguez. Ya en febrero, en este mismo espacio, asomamos la posibilidad de un intercambio de presos entre ambos países. Había un precedente directo y reciente: durante la administración de Barack Obama fueron liberados tres cubanos que cumplían sentencia por espionaje, en un caso conocido como la red Avispa. Mientras tanto, la dictadura castrista entregó al estadounidense Alan Gross. En aquel momento, el vicepresidente estadounidense era Joseph Biden. El caso de los sobrinos de la pareja presidencial fue tratado con sigilo por los estadounidenses, a tal punto que buena parte de los documentos del expediente aún permanecen en secreto. Sin embargo, una pista de lo que sucedía fue arrojada por el subsecretario de estado para asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, durante una comparecencia ante una comisión especial del Senado, el 15 de septiembre. Ese día, el funcionario reconoció que la participación de Carstens le daba al caso Venezuela una connotación especial, con el propósito de lograr la “inmediata liberación” de un grupo de estadounidenses «ilegalmente detenidos”.